Además de nutrir, los alimentos acompañan al colegio, curan enfermedades, hacen avanzar a las mujeres, mejoran viviendas.
Mariam Nana (Burkina Faso):
"Gracias a este centro, que nos permite ganar un poco de dinero, los niños
pueden estudiar."
Hugo Pariona (Perú): "A los pequeños
campesinos no nos valoran. Somos olvidados, no logro entender por qué."
Alba Zaracho (Paraguay): "Tengo 35 años y
vivo con mi madre en una casa de madera rodeada por una huerta."
María Tránsito (Guatemala): "Tengo 50 años y
soy campesina de la comunidad La Lupita, al norte de Guatemala."
Con alimentos hay hambre, pero es hambre de cambios. Porque tienen
poderes y cambian vidas. Las de Mariam, Alba, Hugo y Ma. Tránsito, y las
de millones de personas que, como ellas, apoyamos con nuestro trabajo. ¿Quieres saber cómo?
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