Desde junio, la región del Cuerno de África se enfrenta
a la peor sequía de los últimos 60 años. Más de 13 millones de
personas están afectadas en toda la región. Hasta noviembre, 750.000
personas en Somalia se enfrentaban a la muerte como consecuencia del
hambre. Hoy, según Naciones Unidas, la ayuda humanitaria ha contribuido a
disminuir esta cifra a 250.000 personas. A pesar de la mejora , las
necesidades humanitarias continúan siendo enormes. África del Oeste, la
región conocida como Sahel, podría ser la próxima si no lo evitamos.
La región contaba con sistemas de alerta que avisaron de la gravedad de la situación desde principios de año. Pero ni los gobiernos de la región ni la comunidad internacional actuaron ante las primeras señales de alarma. A esta difícil situación se une, además, no estar abordando los problemas de fondo: pobreza, falta de inversión y conflictos.
Ahora, también en la región del Sahel , donde conviven algunos de los países más pobres del mundo, como Mauritania, Níger, Burkina Faso, Mali o Chad, han saltado las alarmas. Se han identificado una serie de factores que están contribuyendo a la crisis que se avecina. La escasez de precipitaciones y de los niveles de agua, las malas cosechas y la falta de pastos, los precios de los alimentos y la disminución de las remesas de los emigrantes están causando serios problemas en la región. En 2010, esta zona ya sufrió una grave crisis alimentaria de la que todavía se está recuperando.
La crisis del Cuerno de África y la alarma en el Sahel debe ser una llamada de atención para que los gobiernos de la región y la comunidad internacional aborden, como primera medida, los problemas que hacen que las personas sean vulnerables al hambre. La falta de alimentos se puede evitar. Esta crisis debe suponer una apuesta del Gobierno y Parlamento Español, junto a la comunidad internacional, para solucionar los problemas que hacen a millones de personas vulnerables al hambre.
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