Esta acción coordinada, quiere llamar la atención sobre el problema del acaparamiento de tierras en los países en desarrollo. Estas tierras son vendidas a inversores que en muchos casos violan derechos humanos, expulsan a las comunidades de sus tierras y destruyen la forma de vida de las poblaciones. En los países pobres, cada seis días se vende una superficie de terreno del tamaño equivalente a toda el área metropolitana de Madrid (1.700 km2) a inversores extranjeros y se calcula que en la última década se vendió una extensión equivalente a cuatro veces el tamaño de España (203 millones de ha). Una superficie en la que se podrían cultivar alimentos para mil millones de personas, un número similar al de las personas que cada noche se acuesta con hambre en todo el mundo.
Por ello la organización pide al Banco Mundial que suspenda de forma temporal las inversiones en tierras agrícolas para poder así revisar sus recomendaciones a los países en desarrollo, contribuir a establecer normas para los inversores e introducir políticas sólidas para frenar el acaparamiento de tierras.
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