Hace poco más de un mes el barco Arctic Sunrise de la organización ecologista Greenpeace llevó a cabo una acción de protesta pacífica en una plataforma petrolífera de Gazprom en el Ártico ruso. Tras esta acción, la guardia costera rusa abordó de forma violenta el barco de Greenpeace y detuvo a toda su tripulación acusándola de piratería, con penas de hasta 15 años de cárcel, acusación que ayer fue rebajada a cargos de vandalismo con penas de hasta 7 años de cárcel.
Ante esta
desproporcionada acusación, más de un millón de personas han mostrado su
solidaridad firmando
un escrito de apoyo a los activistas. Además numerosas organizaciones, como Amnistía Internacional,
Reporteros Sin Fronteras o Human Rights Watch, han pedido su liberación, y 11
Premios Nobel de la Paz, entre ellos Desmond Tutu y
Rigoberta Menchú, han escrito una carta al presidente ruso, Vladimir Putin, ofreciendo su apoyo a los detenidos.
El hielo del Ártico, uno de los
últimos parajes vírgenes del planeta del que todos dependemos, está
desapareciendo a pasos agigantados debido al cambio climático, el cual, según
el reciente quinto informe del
IPCC sobre la ciencia del cambio climático, está inequívocamente
relacionado con el uso de los combustibles fósiles. Pero en vez de tomar las medidas necesarias para intentar solucionarlo,
paradógicamente se está queriendo aprovechar ese deshielo para obtener más petróleo, lo cual a
su vez, en un círculo vicioso y destructivo, llevará a un aumento del
calentamiento global hasta límites irreversibles.
Porque creemos que la protesta
pacífica es un derecho y no un delito, y que debemos proteger el Ártico para
proteger a todo el planeta, nos solidarizamos con la tripulación del Arctic Sunrise y pedimos su inmediata
liberación, así como la declaración del
Alto Ártico como santuario global.
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