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3 de noviembre de 2011

El G20 debe marcar un hito en la cumbre de Cannes



Esta Cumbre del G20 debe marcar un hito para la estabilidad y prosperidad globales pero los líderes deben abandonar una visión estrecha y egoísta y actuar contundentemente hacia un modelo económico más justo y redistributivo, según Oxfam, Intermón Oxfam en España.

Una de cada siete personas pasa hambre en el mundo. La economía global se tambalea impactando aún más en los más vulnerables. Incluso si se produjera un repunte económico en los países del G20, esto no frenería la aparición de grandes bolsas de pobreza debido a los altos índices de desigualdad social.

“Los líderes del G20 deben afrontar la urgencia que requiere la situación. Necesitamos una cumbre con visión transformadora que ponga los cimientos de un nuevo modelo de sociedad. Una cumbre que aborde el problema de la creciente desigualdad social, que ataje el problema de la especulación sobre el precio de los alimentos y que garantice recursos sostenibles para reducir la pobreza y los problemas derivados del cambio climático”, afirma Susana Ruíz, portavoz de Oxfam en España.

“Pero este G20 debe superar un enorme escepticismo. Hemos visto cómo políticas suicidas e intransigentes de los países sepultaron buenas intenciones en más de una ocasión”, afirma Luc Lampriere, de Oxfam. “Si los líderes del G20 asumen el reto, Cannes podría marcar un hito para los pobres del planeta. Millones de hambrientos confían en ello”.

Para Oxfam, el G20 tiene la oportunidad de conseguir el éxito en tres temas críticos.

•    Avanzar hacia el consenso para la tasa “Robin Hood” a las transacciones financieras y a una tasa justa a las emisiones de carbono del transporte marítimo internacional. “Son dos soluciones realizables que permitirían recaudar grandes cantidades de dinero para ayudar a los más afectados por la crisis globales”, comenta Carlos Zarco Mera de Oxfam. “Más líderes del G20 deberían apoyar la iniciativa de Francia, Alemania, España y Sudáfrica, entre otros, para que estas ideas cobren vida”.

•    Atajar la volatilidad de los precios de los alimentos. El G20 comenzó a analizar las fluctuaciones de precios de las materias primas en 2009, pero tras dos años, poco se ha conseguido. Unas 44 millones de personas han caído en la pobreza durante la segunda mitad de 2010 debido al incremento del precio de los alimentos, y Oxfam estima que los precios se duplicarán en los próximos 20 años. Para el presidente Sarkozy la crisis del precio de los alimentos es un tema crucial y ha exigido al G20 una firme regulación del mercado y una mayor transparencia.

Sin embargo, en junio, los ministros de agricultura no propusieron acciones concretas y se limitaron a pedir más investigación sobre los objetivos fijados para los biocombustibles, las reservas de alimentos y la especulación. “Los ministros de agricultura han hecho un flaco favor a los líderes del G20, y les han dejado una ingente cantidad de trabajo pendiente si realmente quieren conseguir mejoras significativas para los productores y consumidores más pobres”, afirma Lampriere.

•    Hacia un crecimiento sostenible e inclusivo, y la regulación de los paraísos fiscales. Oxfam cree que es hora de que el G20 cumpla con las promesas que hizo en Seúl en 2010 y promueva un “crecimiento verde compartido”. “El G20 dio grandes esperanzas de que inclinaría la balanza de la política económica hacia un modelo más inclusivo”, afirma Zarco Mera. “Sus políticas deben estar centradas en la calidad del crecimiento y no sólo en su cantidad, de modo que exista redistribución justa de los beneficios”.

A pesar de las promesas hechas para luchar contra los paraísos fiscales, los miembros del G20 no han garantizado ninguna mejora en cooperación fiscal desde 2009. El G20 debe forzar a los paraísos fiscales a suprimir la opacidad en el intercambio de información fiscal y promover una mayor transparencia de las empresas multinacionales.

“El G20 tiene sobre la mesa las reformas sistemáticas necesarias para promover un modelo económico más justo. Esta Cumbre tiene el potencial de ser verdaderamente transformadora en la lucha contra la pobreza”, concluye Lampriere.

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