El
azúcar endulza los alimentos, otorga energía y genera riqueza. Y sin embargo,
su producción y su comer- cialización pueden ser muy amargas. La
producción del azúcar de caña ha sido históricamente realizada con esclavos.
Los movimientos expansionistas desde el Siglo XVII se hicieron sobre todo en
regiones con los dos ingredientes claves para la caña: clima tropical y mano de
obra esclava. Las plantaciones de caña han sido verdaderos campos de concentración
en los que no ha habido más ley que la del látigo. Los azucareros de las
salitas de té de las familias europeas aposentadas han estado llenos de
ignominia durante siglos. Las cosas ya no son así, pero tampoco se ha
conseguido desterrar del todo la injusticia.
El
Manduvirá, en el Paraguay, es un río cuyo dragado en el siglo XIX debía traer
el desarrollo para la región de Arroyos y Esteros. En la práctica apenas lo
aprovecharon los grandes terratenientes cuyas plantaciones de caña tuvieron
salida rápida y eficiente hacia el exterior. Para ellos, ya no era necesaria la
mano de obra esclava, bastaba con el capital para tener un ingenio –maquinara
imprescindible para el procesamiento de la caña en las horas inmediatas a su
corta– y el control del tráfico fluvial.
La
esclavitud ya no es legal ni oficial. Pero sigue habiendo. Ahora las cadenas
son de supuesta libertad forjada con la pobreza. Y el punto clave está en el
control del acceso al mercado que prácticamente impide la viabilidad de las
pequeñas explotaciones agrarias. Una vez más la paradoja de ver a algunos de los
defensores de la libertad de mercado obstruir la participación justa de los que
siempre representan el eslabón más débil. Porque cuando los campesinos pueden
acceder directamente a los sistemas primarios de transformación y a los
clientes internacionales, se evidencian los cambios que gestan el desarrollo.
Pero
Manduvirá es también el nombre de la cooperativa que desde hace apenas quince
años, agrupa a más de un millar de pequeños campesinos de la zona para,
precisamente, facilitar la transformación –no sólo la inicial del ingenio, sino
también la necesaria para obtener azúcar de caña moreno integral– y conseguir su
exportación. Con dos atributos más: practican la agricultura ecológica y
participan del Comercio Justo. En ambos casos con las correspondientes
auditorías y certificaciones. Las consecuencias de la cooperativa son buenas
oportunidades de desarrollo sostenible para las familias asociadas y para la
región.
Por
eso Intermón Oxfam coopera con esta iniciativa. Invirtiendo en su capacidad y
comercializando su producto. Con esta doble lógica de desarrollo que supone el
Comercio Justo y que funciona cuando los consumidores lo respaldan y
contribuyen mediante un consumo responsable.
Y
apoyar dinámicas desarrolladoras como las de Manduvirá es sencillo, porque tan
sólo requiere que se pueda comprar sus productos. El azúcar de caña moreno
integral de Intermón Oxfam, ecológico y de Comercio Justo, proviene de la
cooperativa de Manduvirá, tiene gran calidad y conserva los minerales y
nutrientes que evitan la ingesta de “calorías vacías”. Puede encontrarse en las
tiendas de Intermón Oxfam, en la tienda virtual y muchos puntos de venta de
productos de Comercio Justo. Este sábado 11 de mayo, Día Mundial del Comercio
Justo, lo celebramos desde Intermón Oxfam compartiendo azúcar. Un azúcar que
endulza nuestras vidas sin amargar a nadie.
Juanjo
Martínez, Responsable de Productos y Gestión de Comercio Justo de Intermón Oxfam
No hay comentarios:
Publicar un comentario