Esta semana, queremos compartir con vosotros esta artículo de nuestro compañero Alberto Fernández Horcajo
- Miembro del equipo de acción ciudadana de Oxfam Intermón Barcelona.
Dicen que a veces el árbol no deja ver el bosque. Cuando observamos que
miles de personas hunden sus vidas en aguas de nuestro mediterráneo, que
en realidad sólo es otro punto caliente más de la inmigración en
nuestro planeta, es el momento de hacernos una pregunta: no cuáles son
las causas, sino ¿cuáles son los motivos para no ayudar a esas personas?
¿Qué argumentos tenemos para que el presupuesto de 155.000 millones de
la Unión Europea quede prohibido para salvaguardar la vida de seres
humanos?
Podemos empezar a responder la
pregunta si nos imagináramos que fueran ciudadanos españoles, italianos o
alemanes los que cruzaran nuestras fronteras, ¿permitiríamos esta
situación? No. Entonces les dejaremos morir, les dejaremos de
ayudar, les dejaremos de considerar seres humanos porque no son de
nuestra tribu. O sea, de nuestro país. Si por cuestiones “x” se
convierten en habitantes legítimos de nuestras fronteras provocaría que
nos lanzáramos en su ayuda, y nuestras portadas de periódicos tendrían
titulares incombustibles durante semanas.
Pero
fijémonos: La realidad de nuestro mundo nos da más ejemplos similares.
Donde los intereses nacionales y la soberanía de los estados son la
excusa y el muro, para que por ejemplo, la ayuda al desarrollo, se
transforme en una cifra del 0,7% de un presupuesto, simplemente por
pertenecer a un grupo humano diferente al nuestro. O para que no podamos
luchar contra los paraísos fiscales, la elusión y la evasión fiscal
porque ciertos países decidan por el interés de unos pocos habitantes
rebajar los impuestos a límites escandalosos, o que los derechos humanos
no puedan traspasar fronteras, o evitar los conflictos armados porque
no se encuentran dentro de nuestros límites territoriales, o que la
lucha contra el cambio climático quede supeditada al consentimiento
egoísta de cada país y sus empresas, cuando el C02 no conoce de
fronteras ni de intereses económicos.
Nos podemos preguntar: ¿cuánto durarían los paraísos fiscales si como propone Oxfam Intermon hubiera un organismo fiscal supranacional vinculante en sus decisiones?. ¿Qué podría hacer la sociedad con esos 7,6 billones de dólares
escondidos detrás de la fronteras de la vergüenza. Problemas globales
que requieren de soluciones globales.
Entonces, ¿por qué no se puede realizar?
Nos encontramos ante un muro: el de las fronteras. No sólo es un muro
político sino también de mentalidad. Ésta nos separa los unos de los
otros, separa nuestra solidaridad y dinamita las soluciones.
Posiblemente sea indisoluble a la condición humana.
La realidad es ésta.
Doscientos países compitiendo ferozmente entre ellos, bajo la premisa
de salvaguardar los intereses de su ciudadanía o de sus empresas.
¿Existe solución? Sí.
Si hacemos un
retroceso histórico y nos preguntamos dónde estaba la humanidad no hace
mucho tiempo, ante conceptos como la protección de los derechos humanos o
del medio ambiente podemos observar los efectos de la concienciación y
la educación. Hagamos lo mismo: concienciación y educación a todos los
niveles y en todos los lugares. Educación hacia los políticos, hacía la
sociedad y sobre todo hacía las generaciones más jóvenes. Y realizado
globalmente. Mientras tanto, buscar conseguir involucrar a los estados
en estructuras supranacionales vinculantes que demostrarían mediante sus
resultados como la lacra de la desigualdad y la pobreza va
desapareciendo.
Porque al fin y al cabo, nadie nos podrá decir que todos nosotros no somos ciudadanos del mundo.
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